Ecosistemas de Extremadura

Los ecosistemas de Extremadura | Medio acuático en Extremadura's Blog

Los ecosistemas de Extremadura

Alfonso J. Rodríguez Jiménez
Doctor en Ciencias Biológicas
Introducción
Extremadura es una región de la Península Ibérica con una gran riqueza biológica donde los ecosistemas quedan determinados por los siguientes factores:
-Piso bioclimático
– Suelo y orografía
-Actuación humana (mayor o menor grado de conservación)
Causas de su gran riqueza biológica :
– Variabilidad de biotopos
– Variabilidad climática
-Variabilidad orográfica
– Latifundios
– Suelos pobres (en gran parte de su territorio)
– Escasa densidad poblacional 1100000 habitantes en 41602 km2
(25,4 hab/km2)
– Escasa industrialización
Tendencia mayoritaria – climax: bosque mediterráneo continental
Clasificación:
Terrestres
– Praderas
– Matorral: piornales altimontanos, jarales, brezales, madroñales, escobonales, retamares, tomillares, ligados al agua (zarzales y tamujares).
– Dehesas: encinares, alcornocales, mixtas, quejigares, melojares.
– Bosque mediterráneo continental: diferenciación en altitud, diferenciación en solana/umbría.
– Piso de montaña.
– Bosques ribereños: bosques en galería. Alisedas, fresnedas, choperas, olmedas.
– Bosque atlántico continental
– Los sistemas antrópicos: Pinares de repoblación; Eucaliptales; Castañares; Cultivos; Zonas urbanas; Cunetas y zonas baldías.
– Setos
Acuáticos:
-Lóticos * Cursos fluviales temporales
* Riveras y arroyos
* Ríos
– Lénticos * Charcas
* Lagunas
* Embalses
Ecosistemas terrestres
La pradera (estepa)
Se trata de ecosistemas formados a partir de una intensa degradación iniciada hace siglos en la que se ha dado una brutal deforestación del bosque primigenio, dejando solamente el estrato herbáceo. Son extensas zonas destinadas a la ganadería ovina. Buenos ejemplos son zonas de La Siberia, La Serena, Los llanos de Cáceres y la zona centro- sur de la provincia de Badajoz. Resalta por su importancia la presencia en estas zonas de aves esteparias como el sisón, la avutarda, el aguilucho cenizo durante el verano y las grullas durante el invierno entre otras y mamíferos como la liebre. Abundan los insectos y en ocasiones se dan condiciones de plagas de langostas a nivel local. Al ser generalmente suelos pobres y la presión ganadera fuerte, la regeneración mediante sucesión ecológica hacia estados de matorral y bosque es muy dificultosa y lenta.
El piso montano
Son ecosistemas caracterizados por la dominancia de estrato herbáceo y en menor grado arbustivo (piornos) o a veces incluso arbóreo (melojos, alisos y enebros). Se da en las cimas de las montañas, donde las condiciones para la presencia de árboles es en ocasiones dificultosa. Tradicionalmente parte de esos pastizales han sido utilizados por el ganado durante el verano. Dado que procesos como encharcamientos y escorrentías son habituales durante gran parte del año, es frecuente la presencia de vegetación higrófila. Estos ecosistemas podemos hallarlos en el sistema central y puntualmente en las Villuercas. Entre la fauna más lamativa de estos parajes está la cabra montés, el lobo, la chova, el gavilán o el águila real.
El matorral
Se forma este ecosistema por un proceso de degeneración del bosque mediterráneo climax en el que ha sido eliminado el estrato arbóreo. También a partir de zonas incendiadas con frecuencia que intentan por sucesión ecológica restituir el bosque originario. Solamente los piornales montanos, son ecosistemas climax ya que a elevadas altitudes no es frecuente la presencia natural de vegetación arbórea. Otros tipos de matorrales (según especie más abundante ) son: jarales , brezales , madroñeras, escobonales, retamares, cantuesales o ya ligados al agua, zarzales y tamujares. Alberga una variada flora y fauna. Este ecosistema es muy frecuente por toda la región, intercalándose a veces con praderas o con zonas boscosas. Tradicionalmente ha tenido aprovechamiento utlizando las jaras para hacer picón y el brezo para obtener carbón vegetal de sus potente parte subterránea, así como para la confección de pipas.
La dehesa
Es un ecosistema a tono con el desarrollo sostenible de muchas zonas de Extremadura en el que en el bosque originario se elimina el matorral y parte del arbolado con el fín de potenciar el estrato herbáceo para actividades ganaderas o cultivos agrícolas (cereales y forrajeras, sobre todo). Se mantiene el arbolado: generalmente encina y/o alcornoque (en este caso también hay explotación de corcho), aunque en menor densidad que en el bosque. Ello permite una regeneración natural del suelo, además del aporte de nutrientes que arrojan las heces del ganado. Por otra parte, el estrato herbáceo está adaptado al ramoneo del ganado volviendo a regenerarse a partir del tallo. Las bellotas aportan alimento durante el invierno sobre todo a los cerdos durante la montanera.
En la dehesa conviven elementos naturales y antropogénicos (construcciones, ganado y cultivos), manteniendo generalmente un bello paisaje. Muchas especies salvajes se han adaptado a vivir en estos sistemas más abiertos que el bosque: aves como el elanio azul, la garcilla bueyera, el rabilargo, la grulla, la tórtola, el mochuelo, la lechuza, el cárabo, el milano (negro y real), etc.; mamíferos como el zorro, la liebre, el conejo, la comadreja, la musaraña, el erizo, etc.; reptiles como el lagarto ocelado, la culebrilla ciega, la culebra de herradura, la culebra bastarda, la lagartija colirroja, la salamanquesa común y la salamanquesa rosada en los cortijos, etc.; o anfibios como el escuerzo, el sapo corredor, el sapo partero (común e ibérico), la rana común, la ranita meridional, el tritón jaspeado, el tritón ibérico, el gallipato, etc., ocupando las zonas de dehesa atravesadas por algún arroyo o charca (incremento de biodiversidad).
La poda de la encina permite la obtención de leña y carbón vegetal de gran calidad.
Según el piso bioclimático en Extremadura, así como el suelo, hallamos dehesas de encinas (más abundantes), de alcornoques (sobre todo en la parte centro y suroeste, mixtas encinas- alcornoques, en enclaves mas frescos, generalmente montanos dehesas mixtas encinas – quejigos, a mayor altitud dehesas mixtas quejigos – melojos y finalmente melojares a veces formando hermosas dehesas (Sierra de Gata).
El bosque mediterráneo continental
Es la máxima expresión en cuanto a biodiversidad de los ecosistemas terrestres de Extremadura. Este ecosistema se caracteriza por presentar un exhuberante estrato arbóreo y arbustivo y algo de estrato herbáceo en las zonas algo clareadas. Las especies arbóreas dominantes son la encina y el alcornoque (según sustrato y disposición), a las que hay que sumar otras especies de planifolios como el acebuche, el quejigo, el melojo, el almez, el arce de Montpellier, el terebinto, el acebo, etc. y coníferas como el enebro o el tejo (también según sustrato, altitud y disposición orográfica). El estrato arbustivo compone el sotobosque con especies como las jaras, los brezos, el madroño, las retamas, las ahulagas, las genistas, etc. Es importante resaltar la distinción entre la situación de estos bosques en zona de umbría (generalmente vertiente norte de los espinazos montañosos que en la región están mayoritariamente alineados de este a oeste) o de solana (en la cara sur). Los bosques de umbría presentan una biodiversidad mayor que los de solana, donde los rigores del sol hacen que se repitan sobre todo especies esclerófitas más duras (encinas, acebuches, lentiscos, jaras y cantuesos , entre otras). Destaca en este ecosistema la presencia de una variada rica fauna salvaje que incluye a multitud de invertebrados, muchos de ellos habitantes que un suelo que se constantemente enriquecido por la broza, dando pie a la existencia de una amplia gama de descomponedores, mínimamente visibles con las setas otoñales y primaverales. Entre los vertebrados aún tenemos joyas como el lobo (en recónditas montañas), el lince ibérico, el águila imperial, el ciervo, el jabalí, la garduña, el lirón, la musaraña, el tejón, la culebra bastarda, el azor, etc. Desgraciadamente estos ecosistemas van quedando relegados a las zonas más abruptas. Ej. Monfragüe, Villuercas, Las Hurdes, etc.
Los bosques ribereños
Son ecosistemas que albergan una rica biodiversidad por estar muy ligados al medio acuático con un fértil suelo y abundante agua en el subsuelo. Se trata de una zona de interfase entre el sistema acuático, generalmente lóticos (ríos, riveras y arroyos) y el ecosistema terrestre aledaño. Las especies que habitan estas zonas suelen presentar elevados requerimientos de agua, de hecho, se trata de vegetación eurosiberiana que en latitudes más altas y con mayor pluviosidad, pueden colonizar zonas alejadas de los cursos fluviales. Mayoritariamente son especies planifolias caducifolias, manifestando una marcada estacionalidad lo que contribuye enormemente a valorar estéticamente a estas zonas. A veces la vegetación llega a cubrir totalmente el lecho del curso fluvial formándose bosques “en galería”. La vegetación arbórea, según piso bioclimático y especie dominante, se manifiesta en formaciones como: alisedas, fresnedas, saucedas, choperas, alamedas y olmedas, si bien frecuentemente se dan formaciones mixtas. El sotobosque queda determinado por la presencia de un variado mosaico de especies arbustivas, trepadoras y herbáceas. Estos sistemas dan cobijo a una gran cantidad de fauna asociada a estos húmedos y frescos enclaves. Son ecosistemas muy interesantes de preservar.
En muchos tramos ribereños la presencia de especies alóctonas invasivas como el eucalipto o la acacia espinosa, impiden el crecimiento o desplazan a las autóctonas, mermándose notablemente la biodiversidad.
El bosque atlántico continental
En una franja situada al norte de la región caracterizada por su elevada altitud y por las cuantiosas precipitaciones, se halla un ecosistema con un variado mosaico de especies arbóreas y arbustivas de ámbito eurosiberiano: el bosque atlántico.
Aquí las especies son mayoritariamente caducifolias ya que han de soportar largos y duros inviernos. Abundan robles, sauces, alisos, cornejos, fresnos, serbales, mostajos, chopos, abedules, castaños, arces, e incluso hayas.
Los sistemas antrópicos
Se trata de sistemas ecológicos planificados, modelados o dirigidos en gran medida por el hombre. Tienen en común las siguientes características:
– Al ser unos sistemas en los que el hombre le interesa mantener alguna especie, eliminando al resto, albergan una menor biodiversidad.
– Pueden albergar temporal o permanentemente a especies del entorno natural que se adapte a ellos, sin que dañe a los intereses humanos.
Los más representativos son:
+ Los pinares de repoblación
+ Los eucaliptales
+ Los castañares
+ Los cultivos
+ Las zonas urbanas
+ Las cunetas y zonas baldías
Los pinares de repoblación
Se trata de bosques antrópicos en los que son dominantes especies del género Pinus (sobre todo Pinus pinea y Pinus pinaster), como resultado de repoblaciones forestales. Ocupan extensas áreas sobre todo en el entorno de las zonas montañosas de la región. A veces estos bosques conviven con vegetación autóctona, si bien generalmente ésta queda relegada a arbustos o a núcleos boscosos climácicos en umbrías y barrancos (Ej. Las Villuercas, Las Hurdes).
Los pinares aportan al suelo una importante capa de broza formada por pinocha y ramas que acaba ahogando a las plántulas autóctonas. Esta broza contiene sustancias inflamables, y es díficil de degradar, lo que trae consigo un peligro siempre latente de incendio, sobre todo en los calurosos meses estivales. Los pinares, además aportan al suelo un importante banco de semillas (piñones), a la espera de colonizar cualquier espacio libre disponible (por ejemplo después de un incendio). Aunque su presencia a veces es beneficiosa por reforestar zonas abiertas y con peligro de erosión y pérdida de suelos y en ocasiones la incidencia en el paisaje es positiva reverdeciéndolo y embelleciéndolo, generalmente le aporta a éste una tremenda uniformidad y una menor biodiversidad. La flora y la fauna autóctona se ve relegada a otras zonas y es ocupado el bosque de pinos por especies propias de estos sistemas: aves como la oropéndola, el agateador, el picapinos, el arrendajo, el halcón abejero, hongos como los nízcalos, mamíferos como la garduña, etc. En algunas zonas los pinares se han naturalizado invadiendo extensas áreas.
Los eucaliptales
Se trata de masas boscosas destinadas fundamentalmente a la producción de celulosa para las industrias papeleras. En Extremadura se han introducido dos especies: Eucaliptus camaldulensis y en menor medida Eucaliptus globulus, ambas originarias de Australia. Su gran adaptabilidad y rápido crecimiento ha hecho que sean introducidas en fincas boyeras, montes públicos y tramos de ribera, además de fincas particulares, buscando rápidos beneficios económicos. No obstante, la incidencia de estas repoblaciones forestales suele ser nefasta sobre las especies autóctonas. El potente aparato radicular, la avidez por el agua, la liberación de toxinas al suelo, la rápida propagación asexual (por retoños radiculares) convierten al eucalipto en una especie invasiva temible, de hecho se ha naturalizado en muchas zonas. Su broza es muy difícil de degradar formando una espesa capa que ahoga a la vegetación autóctona, además de contar con un cóctel de sustancias inflamables quedando siempre la zona con riesgo latente de incendio. La fauna y flora es drásticamente eliminada. El efecto en el paisaje es también nefasto aportando uniformidad, sobre todo en los bosques ribereños donde compite con las hermosas especies caducifolias autóctonas. Puntualmente algunas especies autóctonas sobreviven en el interior de estos enclaves : Asparagus sp., Cistus sp., Retama sp.; incluso algunas aves pueden ubicar nidos como los milanos, aguilas o las oropéndolas o colonias dormideras en estas zonas como las garcillas. Los eucaliptales son frecuentes en muchos serrejones y en la cuenca del río Guadiana.
Los castañares
Son sistemas antrópicos formados por el cultivo de una especie arbórea planifolia caducifolia (Castanea sativa) que por su gran porte y belleza determina la formación de áreas con un elevado interés paisajístico. Los castañares proporcionan al suelo un rico humus con sus hojas, erizos y castañas, además de alimentar a multitud de animales. Los castañares requieren terrenos frescos y húmedos, localizándose éstos en zonas montañosas preferentemente en unbrías formando un rico dosel vegetal. A veces se hallan ejemplares aislados en zonas boscosas o en valles creando núcleos de gran belleza.
Los cultivos
En Extremadura se combinan los tradicionales cultivos de secano (vid, olivo, cereal) con cultivos de regadío en las vegas de los ríos, siendo las más importantes las del Guadiana, Tiétar y Alagón. Los cultivos de secano se caracterizan por estar adaptados a las pautas climáticas estacionales y no necesitar aportes extras de agua. La biodiversidad de estas zonas se ciñen a especies que ocupan temporalmente los campos de cultivo como parte de su nicho espacial o trófico, siendo generalmente indeseable y combatida. La presencia de setos o muros entre los cultivos podrían, además de embellecer el paisaje, albergar a una rica fauna y flora autóctona, pero normalmente son evitados. De hecho, la práctica de quema de rastrojos acaban con la vegetación que pudiera colonizar las lindes entre los cultivos. Los cultivos de secano ocupan amplias zonas de llanuras (Tierra de Barros, meseta trujillano cacereña, etc.) y zonas de montaña donde se cultiva el olivar en terrazas (Ej. Las Hurdes).
Los cultivos de regadío se situan en los fértiles terrenos de vegas. La presencia de agua en abundancia sobre todo en los meses más cálidos (el período de riego va desde mayo a octubre) determina que se potencie una enorme biodiversidad que, al igual que en el secano, tiende a ser combatida buscando la máxima producción, eliminando a los competidores. Aquí no obstante son más frecuentes los setos y bosquetes sobre todo en torno a cunetas y acequias, albergando a una mayor biodiversidad. Dentro de los cultivos de regadío merecen una reseña especial los arrozales, ya que convierten el terreno en zonas encharcadas durante la estación cálida. El enriquecimiento biocenótico promovido por la presencia permanente de agua mientras dura el cultivo se ve restringido por el uso de herbicidas e insecticidas. Aún así son visitados con asiduidad por muchas aves acuáticas y en sus lindes pueden llegar a nidificar algunas especies.
Las zonas urbanas
Forman un sistema compuesto por la integración de elementos naturales y antrópicos. El hombre tiende a independizarse del medio y como consecuencia se olvida del entorno natural donde se ubica la localidad. Muchas especies encuentran en este nuevo ecosistema artificial, habitats idóneos para su supervivencia, convirtiéndose en moradores permanentes o visitantes temporales de nuestras ciudades. Ej. Ratas, ratones, vencejos, golondrinas, aviones, cernícalos, tórtolas, palomas,etc.
Los parques y jardines albergan especies introducidas por el hombre con especies salvajes que temporal o permanentemente utilizan nichos espaciales o tróficos en estas áreas urbanas. A veces dan un toque estacional a la localidad por ejemplo la llegada de los vencejos en primavera, o de los petirrojos en otoño, siendo algo muy de agradecer.
Las cunetas y las zonas baldías
Las zonas que sirven de márgenes a caminos así como los terrenos urbanos sin edificar (solares), albergan a una variada vegetación herbácea, predominando las gramíneas y las compuestas. Se trata de especies estrategas de la “r”, esto es, muy prolíficas, pioneras, capaces de colonizar rápidamente una zona y muy adaptables. Frecuentemente se dan también especies nitrófilas debido a la presencia en estas zonas de restos orgánicos. A lo largo del año tiene lugar un proceso de sucesión ecológica en el que van siendo sustituidas unas especies por otras adaptadas según condiciones climáticas. En algunas zonas resulta llamativa la floración primaveral por la diversidad de especies y colorido. A pesar de der un sistema poco valorado por considerársele marginal, presentan frecuentemente una pasmosa riqueza biológica.
Los setos
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En la interacción hombre-naturaleza normalmente sale perjudicada esta última. Ante el avance implacable de la población, apenas quedan zonas de llanura que hayan sido aprovechadas para la agricultura o la ganadería. Mantener con vegetación autóctona las lindes entre los cultivos siempre ha sido mal visto ya que:
– Se pierde algo de superficie a utilizar.
– Se da cobijo a “alimañas” que “perjudicarán” a la explotación agrícola o ganadera.
Además, el uso generalizado de la quema de rastrojos, antes de preparar el terreno para el siguiente año, hace el resto.
No obstante, el mantenimiento de las franjas de terreno periféricas al campo de cultivo con la vegetación natural propia de cada zona (pudiendo llegar a climax) plantearía, sin embargo, una serie de ventajas ambientales:
– Embellecimiento paisajístico de la zona
– Incremento de la riqueza biocenótica
– Corredores ecológicos para muchas especies facilitando su dispersión y supervivencia.
– Control natural de plagas (ventajas para los cultivos)
– Desarrollo sostenible en la medida que cohabitan respetuosamente explotaciones humanas limitándolas con trazas de vegetación autóctona.
– Los setos suponen a pequeña escala zonas de interfase o ecotonos donde hay un enriquecimiento en especies e interrelaciones con los sistemas ecológicos aledaños.
En Extremadura son escasos los setos: tan sólo se hallan parcialmente en comarcas donde aprovechan las piedras (granitos o pizarras) para la construcción de cercas y junto a las rocas crece vegetación arbustiva e incluso arbórea (Sierra de Montánchez, Sierra de Gata, Las Hurdes); también en zonas de vegas y regadíos, donde el aporte incesante de agua durante el estío hace que en bordes de caminos y acequias prolifere una espesa vegetación (Vegas del Alagón, Vegas del Tiétar, Vegas del Guadiana).
En algunos setos se hallan retazos de vegetación climax, esto es, al máximo en cuanto a su complejidad en el ecosistema autóctono. Así, el correspondiente al bosque mediterráneo continental albergaría especies como la encina (Quercus ilex), el alcornoque (Quercus suber), el acebuche (Olea europea), la coscoja (Quercus coccifera), el piruétano (Pyrus bourgaeana), la madroña (Arbutus unedo) ,el espino blanco (Crataegus monogyna), el lentisco (Pistacea lentiscus), la labiérnaga (Phillyrea angustifolia), el mirto (Myrtus communis), la olivilla (Teucrium fruticans), la jara (Cistus sp.), el torvisco (Daphne gnidium), la retama (Retama sphaerocarpa), la escoba (Cytisus sp.), el cantueso (Lavandula stoechas), el jaguarzo (Halimium sp.), la genista (Genista sp.), el escaramujo (Rosa canina), la zarza (Rubus ulmifolius), la madreselva (Lonicera sp.), La zarzaparrilla (Smilax aspera) y la esparraguera (Asparagus sp.), entre otras. Una diversidad increíble que a su vez proporciona soporte a la presencia de multitud de organismos invertebrados y vertebrados.
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Ecosistemas acuáticos
A) Lóticos.
Los sistemas acuáticos lóticos son aquellos que cuentan con una elevada tasa de renovación de la masa de agua, esto es, el agua fluye. En Extremadura son: las torrenteras, las gargantas, los arroyos temporales y los ríos, si bien muchos tramos de éstos últimos están hoy día sometidos a procesos de regulación del caudal mediante presas, formando parte de sistemas leníticos.
En las zonas montañosas de Extremadura los cursos fluviales se forman a partir de aguas de escorrentía o afloramientos de acuíferos a su vez recargados por infiltraciones procedentes de precipitaciones pluviales y en menor medida nivales (neveros del Sistema Central y puntualmente de Villuercas y Montánchez). Se forman primeramente las torrenteras que son alocados cursos de agua que resbalan por las laderas modelando a la roca madre hasta confluir con otras en las gargantas. Las torrenteras van erosionando las laderas de las montañas formando collados y originan parajes de gran belleza. Las aguas oligotróficas y rápidas albergan a una escasa biodiversidad: algas filamentosas albergadoras de sistemas ecológicos basados en la maraña de filamentos capaz de retener a otros organismos del ímpetu del agua como diatomeas, protozoos e invertebrados allí fijados. Las torrenteras y las gargantas componen el tramo de cabecera de las riveras y ríos donde acaban desembocando.
El agua de lluvia caida en zonas llanas es reconducida mediante vaguadas (hondonadas) para formar los arroyos temporales, llamados así por presentar una fase inestable durante el otoño y el invierno con frecuentes crecidas; una fase estable durante la primavera, en la que la evaporación y la evapotranspiración de la vegetación que poco a poco va invadiendo el lecho, disminuyen y estabilizan el caudal; finalmente hay una fase seca durante el estío cuando el agua queda reducida a pozas recónditas y umbrías (charcos manantíos). A estos sistemas se asocian varias especies de anfibios que sitúan su período reproductivo y de actividad acorde con las condiciones ambientales imperantes. También pueden colonizarlas peces como las pardillas, capaces de sobrevivir en condiciones tensionantes de competencia, espacio y oxígeno. Además juega un papel muy importante para muchos depredadores (cigüeñas, garduñas, culebras de agua, etc.) y son refugio de muchas plantas acuáticas. A estos ecosistemas se asocian multitud de anfibios con una fenología vinculada a la dinámica estacional y peces como la pardilla .
Los ríos y riveras que no se ven alterados por la influencia de algún embalse siguen una dinámica estacional parecida a la de los arroyos temporales, sólo que con un mayor y permanente caudal: tienen un período inestable durante el otoño, el invierno y parte de la primavera (sobre todo tras fuertes lluvias); un período estable en primavera y una acusada merma de caudal durante el largo estiaje, quedando en ocasiones reducido a charcones contiguos, también resorte evolutivo para muchas especies autóctonas. Las zonaciones de los ríos llevan pareja una biocenosis adaptada al flujo y las características de la masa de agua. Normalmente en tramos de cabecera, las aguas son rápidas, oxigenadas, oligotróficas y en el lecho se dan procesos geomorfológicos derivados de la intensa erosión del agua como canaladuras, pilancones, pozas y cascadas. En los tramos medios son frecuentes las terrazas y los meandros (curvaturas) y en los tramos bajos, de desembocadura o confluencias suele darse un aporte de sedimentos, a la par que un incremento biocenótico debido a ser zonas de mezcla de cursos fluviales. En los tramos medio y bajo las aguas son mesotróficas o eutróficas, sobre todo durante el estío. A los ríos y arroyos se asocian multitud de organismos en el bentos, plancton y neuston: bacterias, algas, protozoos, invertebrados microscópicos y macroscópicos y peces, así como plantas acuáticas en el fondo y orillas. La ictiofauna de las aguas extremeñas es singular por la gran cantidad de endemismos presentes y la variedad de especies presentes; si bien tiene como principales problemas la contaminación y eutrofización, la introducción de especies alóctonas y la alteración del sistema ecológico.
B) Lénticos o leníticos
Se trata de masas de agua con una nula o baja tasa de renovación. Algunas son de origen natural como las lagunas, si bien son escasas en Extremadura. Las lagunas se forman al acumularse agua en terrenos llanos y algo hundidos, guardando estrecha relación con el acuífero libre y las precipitaciones en la zona. Generalmente muestran agua desde finales de otoño hasta finales de primavera. Son visitadas por aves acuáticas sobre todo invernantes (limícolas, anátidas, láridos y ardeidos). Como ejemplo tenemos las de La Albuera y las de El Alandre, cerca de Talarrubias. A veces, tras realizar excavaciones en las canteras, quedan las hondonadas del suelo temporal o permanentemente llenas de agua (según el acuífero libre), funcionando el sistema como lagunas que enriquecen paisajística y biocenóticamente la zona.
Las charcas son sistemas acuáticos lénticos artificiales, ya que las construye el hombre al interrumpir mediante un dique un pequeño curso fluvial o ahondar en una vaguada. Dependerá también la presencia de agua de las precipitaciones, pudiendo clasificarse en temporales o permanentes según tengan agua durante todo el año o no. Las charcas contribuyen a formar un reservorio de agua para las explotaciones agroganaderas en las dehesas, a la par que incrementan la biocenosis del sistema y embellecen paisajísticamente el entorno.
Los embalses son masas de agua muy abundantes en Extremadura, de hecho es la región de España con una mayor superficie destinada a tener agua embalsada (2%). La repercusión ambiental es lógicamente mayor que la de las charcas y lagunas; de hecho, cuentan con una serie de elementos negativos como son : la pérdida de la dinámica estacional del curso fluvial, la interrupción de movimientos migratorios de la ictiofauna, la ausencia de vegetación ribereña debido a la diferencia de cotas a lo largo del año, la estratificación termo-oxigénica o la homogeneización de microhábitats de orilla, entre otros. No obstante, algunas especies ícticas se han adaptado bien a este nuevo sistema, como por ejemplo el fraile, capaz de sobrevivir en orillas pedregosas de embalses repletas de depredadores como el cangrejo rojo americano, el black-bass, el lucio y la perca-sol. No obstante para otras muchas especies autóctonas la incidencia es nefasta, siendo fáciles presas para las especies alóctonas depredadoras.
Alfonso J. Rodríguez Jiménez
Doctor en Ciencias Biológicas

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